La movilidad de la cultura significa ir más allá de los propios límites, salir de una zona de confort, viajar por la necesidad de transformarse y corromperse.
La cultura, y las obras artísticas por las que se expresa, son materia mutante, flexible, que adopta la forma que las comunidades le van dando en el transcurso de los tiempos. A partir de la movilidad de la cultura nada permanece, todo se transforma gracias al contacto y la influencia que las personas y las sociedades ejercen entre ellas. Las culturas se desarrollan en su exposición e intercambio con las otras. La cultura y las artes que nos llegan a nuestros días, desde las más antiguas hasta las actuales, vienen afectadas por las contaminaciones recibidas en los caminos que han ido recorriendo.
Lo queramos o no, la cultura se mueve, viaja, cruza fronteras, más o menos libremente, y contamina todo lo que toca. Es un hecho consustancial a su existencia ya que va adherida a las personas, que viajan, migran o huyen. Es un fenómeno que las más fuertes políticas anti-migratorias no han podido ni podrán detener nunca. Visto de otra manera, la cultura que no viaja, que se encierra en los lugares donde ha nacido, no evoluciona, no crece y se desarrolla, y va pereciendo, sin haber tenido tiempo de influir ni transformar a otras.
Movilidad para ir más allá de los propios límites
La movilidad de la cultura significa ir más allá de los propios límites, salir de una zona de confort en donde el cambio no está incentivado, viajar por la necesidad de transformarse y corromperse. La cultura con capacidad de narrar el estado de la humanidad ha de tener la capacidad de volar y la sabiduría de hacer lecturas completas y complejas del mundo en que vivimos.
Las artistas que viajan, sus creaciones y producciones, pueden desarrollar de manera integral esta capacidad de visión que, de otra manera, estaría muy restringida a un ámbito local cerrado. Abrir la mirada y la acción más allá del entorno local permite enriquecerla con otras aportaciones, realidades desconocidas; otras experiencias de gentes que siguen los mismos caminos por senderos diferentes. No sólo conocer lo que hacen los otros sino que, también, colaborar es fuente de crecimiento mutuo y de desarrollo de ideas, proyectos y resultados. Viajar, aprender, desarrollar, compartir, colaborar, están en la base de la innovación. El artista innova a partir de la transparencia y el intercambio entre pares, éstos pueden estar a miles de kilómetros de distancia pero convergen en sus procesos de investigación sobre sus materias concretas.
Circuitos para la movilidad de la cultura
Todo proceso de búsqueda honesta está condenado a encontrar, felizmente, en algún lugar del mundo, alguien, persona o estructura, interesada en conocerla. Los circuitos para la circulación de las obras artísticas no se acaban en la propia ciudad o región, están también más allá. Puede que no sean visibles a primera vista, puede que no sean los más conocidos o evidentes, por lo que, con toda probabilidad, habrá que investigar para encontrarlos. Con la idea de que siempre hay circuitos en otros lugares del mundo dispuestos a dar valor al propio trabajo, la aventura consiste en saber encontrarlos
La vertiente económica
No hay que olvidar la vertiente económica de la movilidad de la cultura. La ampliación de los circuitos por los que operan los artistas o circulan las producciones permite definir nuevas oportunidades de trabajo, ingresos para el proyecto y acceso a líneas de financiación pública transnacionales o de fundaciones privadas