Aun siendo el COVID un freno para la movilidad de la cultura, va a ser, a medio y largo plazo, un incentivo. Precisamente, estos meses de inactividad han provocado cambios de hábitos y modelos cruciales para un mayor desarrollo de la cultura a escala global.
Hablar de movilidad internacional de la cultura, de artistas o productos y servicios culturales no sería significativo en el contexto de globalización que hemos estado viviendo en las últimas décadas. La movilidad e internacionalización tenían lugar antes de la pandemia y seguirán después. Si nos referimos a los modelos o paradigmas que definen los procesos de internacionalización de la cultura, no se percibe un antes y un después de la pandemia. Lo que sí se aprecia es, sin duda una pausa y, al mismo tiempo, el desarrollo y fortalecimiento de nuevas y antiguas herramientas que facilitan los procesos de movilidad.
Más tarde o más temprano el flujo de creatividad y de conocimiento a escala mundial, así como de los productos y proyectos basados en ellos, se restablecerá y seguirá su camino imparable. Un planeta más conectado culturalmente es una tendencia paralela a la imparable globalización de la economía o del trabajo.
Si en el artículo anterior, “Los Sectores Culturales en la Era Post-Covid”, me refería a lo aprendido durante la pandemia para transformar los modelos de negocio de los sectores culturales, en este analizaré la situación de la movilidad e internacionalización de la cultura después del COVID y las herramientas desarrolladas en este tiempo para ampliarla.
DE LO LOCAL A LO INTERNACIONAL. PROCESANDO LA IDENTIDAD
Este tiempo de confinamientos nos ha concentrado en los espacios más próximos. Nos ha dado más tiempo de fijar la mirada en lo local. Valorar las propias identidades y, en muchos casos, reprocesar sus valores sociales, económicos y como no, culturales y artísticos.
Uno de los factores competitivos de los proyectos culturales a nivel internacional consiste en proyectar artísticamente la propia identidad. De esta manera, productos y servicios culturales con fuerte raíces locales, pero con clara proyección global, permitirán a empresas culturales ampliar sus oportunidades en los circuitos exteriores.
Los circuitos y mercados internacionales demandan propuestas culturales diferentes de los que ellos mismos pueden producir. Por un lado, y en primer lugar, las que responden a procesos experimentales y únicos. Por otro lado, las que respondan a identidades culturales claramente definidas y desarrolladas, aunque tamizadas por el filtro de una cultura global común planetaria. Una pieza de danza contemporánea o de repertorio musical, deberá seguir unos criterios de tipo técnico reconocibles por las audiencias de teatros, auditorios y festivales de todo el mundo, pero, además, deberá presentar estos rasgos que la hace única y diferente, basada en su propia cultura de origen. La pandemia nos ha enseñado a valorar lo propio, ahora deberemos aprender a transformarlo en universal.
EL AUGE DE LAS TECNOLOGÍAS DIGITALES
Otro proceso imparable a escala global es la digitalización. Lleva también décadas desarrollándose a un ritmo similar y paralelo al de la globalización, sin embargo, durante la pandemia hemos aprendido a utilizar las herramientas digitales para comunicarnos más y mejor. Los procesos de trabajo colaborativo los hemos mejorado utilizando herramientas online que día a día hemos ido descubriendo y afinando. El trabajo desde casa ha sido posible gracias a que hemos tenido los recursos que necesitamos en la nube y accesibles para todos los socios o colaboradores del proyecto allá donde se encuentren.
Además de la digitalización, la cultura ha vivido el proceso de virtualización de contenidos que anteriormente solo se concebían para ser presentados en vivo. No solo en la música o las artes escénicas, sino también en museos, exposiciones, etc. no ha quedado más remedio de seguir creando y presentar los trabajos de manera virtual y por streaming. Sin renunciar a la creación para ser presentada en vivo, muchos artistas o estructuras culturales han aprendido que sus trabajos pueden ser además difundidos por canales virtuales y que esta diversificación de la presentación de contenidos les puede abrir nuevas oportunidades que anteriormente al COVID se intuían, pero no se consideraban como propias. Las actitudes en muchos casos han cambiado y considerar la apuesta virtual ya representa un modelo para ser explorado.
Aun se han dado casos de un uso mayor de las oportunidades que ofrece la tecnología digital en el campo creativo. El uso de la realidad virtual, aumentada y mixta para conseguir experiencias inmersivas o interactivas, incluso en streaming, ya empiezan a ser una nueva realidad en el campo cultural. Así, en la creación y difusión de los trabajos artísticos y culturales, el aprendizaje acelerado en tiempo de pandemia nos permite ver caminos nuevos que van más allá de nuestros entornos locales y nos proyectan a todo el mundo sin tener en cuentas las fronteras.
LA LIBRE CIRCULACIÓN DE LOS RECURSOS INTELECTUALES Y CREATIVOS
Gran parte de la internacionalización de las industrias creativas basan sus modelos de negoció en la creación y producción en un lugar concreto y, posteriormente, difundirse por el resto del mundo. Este es el caso de las artes en vivo y su principal modelo de negocio de creación, producción y gira. Este hecho no quita que en los últimos años se hayan desarrollado experiencias creativas realizadas por artistas o equipos artísticos deslocalizados de sus lugares de origen. Igualmente, en la fase de producción. Las creaciones y producción en una o varias residencias artísticas internacionales viene a ser el punto de partida previo al COVID.
Gracias al desarrollo de las tecnologías de la comunicación, durante la pandemia hemos aprendido a poner en valor nuestros conocimientos, talentos y habilidades a través de las redes digitales. Además, hemos tomado conciencia de que los talentos y habilidades de los trabajadores de la cultura abarcan un abanico amplio de posibilidades que pueden encajar con las necesidades de otros creadores o productores en otros lugares del planeta. La comunicación, las herramientas interactivas y los software en línea colaborativos nos permiten poner nuestras capacidades profesionales diversas en manos de quienes las necesiten sin tenernos que mover de casa o del lugar en donde nos encontremos.
El uso de la tecnología digital en el desarrollo de multi-proyectos artísticos, bajo el paraguas de un relato artístico propio, permite a empresas, artistas o estructuras ofertantes de múltiples capacidades, llegar a más clientes y al mismo tiempo. Por ejemplo, una compañía de artes en vivo que ha desarrollado su capacidad de difundir creaciones por streaming durante la pandemia puede ampliar su producción a piezas audiovisuales para plataformas virtuales. Puede alquilar su know how técnico a otras compañías. Si ha invertido en equipo técnico, lo puede alquilar para que otras propuestas artísticas puedan difundirse. En definitiva, las posibilidades que se abran al haber experimentado nuevos modelos de crear y producir a partir de las tecnologías digitales y de la comunicación virtual internacional durante la pandemia, son amplias y dignas de explorarlas.
LA CREACIÓN Y PRODUCCIÓN COLABORATIVA
Los proyectos culturales en colaboración internacional ha sido desde sus inicios el principal requerimiento del programa de ayudas de la Comisión Europea “Europa Creativa”. Este hecho ha favorecido notablemente el establecimiento de redes de trabajo entre operadores y estructuras culturales en Europa. El trabajo colaborativo en el diseño y la ejecución de proyectos culturales a nivel internacional era ya una realidad en Europa antes de la pandemia, aunque, eso sí, todavía de escaso impacto en la generalidad de los proyectos artísticos y culturales.
Los proyectos colaborativos internacionales necesitan una serie de recursos y competencias que a menudo no poseen las organizaciones culturales. El dominio de idiomas, el conocimiento de las realidades culturales, sociales, políticas y económicas de otros países, la existencia de una red previa de contactos internacionales de confianza, el conocimiento de las herramientas digitales de comunicación y de gestión del trabajo en común, son las principales competencias. La financiación, el personal capacitado, las infraestructuras técnicas o el software adecuado serían algunos recursos necesarios para proyectos colaborativos internacionales.
La pandemia nos ha enseñado a utilizar nuevas herramientas, mejorar las capacidades y ampliar las redes de contactos más allá de los más próximos. Los confinamientos nos han obligado a abrir más a menudo las ventanas de los ordenadores y mirar lo que hacen los demás sin importar las distancias. Las reuniones abiertas por Zoom nos han dado a conocer gente nueva con nuestras mismas pasiones y preocupaciones. Las casas cerradas y las ventanas abiertas nos han motivado a mirar más al exterior y divisar, con añoranza, un mundo que, aunque inabarcable en su totalidad, se nos ha hecho más accesible. En este punto, encontrar los socios que mejor encajen en nuestros proyectos y despertarnos la necesidad de trabajar colaborativamente con ellos es ya un camino más corto y rápido de transitar.
NUEVOS CONOCIMIENTOS Y MEJORA DE HABILIDADES
Para poder aprovechar en toda su amplitud las oportunidades para la movilidad de la cultura que se abren en la era post-COVID hay que seguir aprendiendo. La formación en nuevas habilidades y la ampliación de las ya existentes es un requerimiento esencial para los nuevos horizontes que se presentan.
Afortunadamente la pandemia nos ha hecho ver las enormes posibilidades de la formación online. Quien no ha hecho un taller, un curso, webinar o asistido a jornadas profesionales. La formación online es deslocalizada y hemos podido asistir a clases realizadas en cualquier lugar del mundo en donde se imparten contenidos específicos dirigidos a cubrir lagunas concretas de nuestra formación. La facilidad con que ahora se pueden adquirir nuevos conocimientos que refuerzan las habilidades viaja ahora por las redes a la velocidad de la luz. Y lo que es más interesante, somos conscientes de ello y hemos adquirido el hábito de integrarlo a nuestra actividad profesional.
Para la movilidad artística y la internacionalización se requieren unos conocimientos y habilidades que no hay que ignorar. Desde un conocimiento fluido de idiomas, especialmente el inglés, pasando por habilidades en comunicación oral y escrita, dominar los nuevos recursos digitales para la gestión colaborativa de proyectos y terminando por un conocimiento de los programas de financiación de los proyectos internacionales. Además, la mejora del conocimiento de los circuitos y mercados culturales puede realizarse participando en los encuentros online de las ferias y los encuentros de las redes culturales de cualquier lugar del mundo.
UN MUNDO NUEVO AL ALCANCE
Después de tantos meses sin poder viajar a otros países se han acumulado deseos de salir, conocer e intercambiar experiencias de manera colectiva. Ahora ya no solo nos conectamos, sino que hemos aprendido a compartir conocimiento más abiertamente, a trabajar colectivamente, a dominar las técnicas y si tenemos carencias para seguir adelante, buscar formas de aprendizaje online. El camino ya está trazado, hemos aprendido a navegar por él, ahora, a este mundo nuevo que se está abriendo, toca aprovecharle todas las oportunidades que nos ofrece.